sábado, 23 de enero de 2010

Pero despacio.

Inesperado este regreso de ilusión, se hizo esperar el tímido ápice de calor que proponías, la sinceridad que siempre te debí y nunca te di.
La vida pone a cada uno en su lugar, y este probablemente fuera el nuestro desde hace mucho tiempo, aunque no quisiéramos verlo, estamos aquí, ya no hay mascaras que nos impidan vernos, ni que nos vean.
Adiós a los tapujos, desde este momento te prometo que voy a ser yo, no callaré, ya no tendrás que leer entre líneas por fin, por fin… por fin serás tú para ti y yo, yo para ti también y si me apuras…más y más, pero despacio, no nos vayamos a equivocar de camino.
Curiosamente muchas veces sentí la necesidad de hablarte de mí, de mis miedos, de quién soy. Siempre sabrás que sentí que merecías mi confianza pero nunca me atreví, supongo que igual que tú, aunque claro tú siempre tiraste del diálogo…pensarás que no soy seria, porque siempre me reía.
Me enerva no poder mirarte a los ojos a veces, creer que mereces esa sinceridad que no tiene precio y está dotada de tanto valor. Recuerdo entre palabras y palabras…y más palabras, el final que un día marcamos en alguna conversación en la que ibas a decirme algo pero nunca te atreviste. Argumentabas entonces que era la vergüenza lo que no te dejaba hablar en aquel momento con claridad, pese a animarte a hacerlo decidiste salir por otra parte. Sé que aquel día me engañaste y que sentiste lo mismo que describía en párrafos anteriores, sentías que merecía que dijeras la verdad, pero nunca te atreviste a mirarme tan de frente.

Inesperado reflejarme en el espejo y encontrarme con quién soy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario